23:47
Sí, así, así, asííí. ¡Qué tsunami!. Aire, aire, me falta aire y estoy toda mojada y desparramada. Siento su barba húmeda en mi cuello. ¿Usa barba?, menos mal que me gustan las barbas. ¡Qué! se está saliendo, pero si estaba bien.
¿Y ahora se está vistiendo encima de mí? Le gustará hacerlo vestido, podría habérmelo dicho antes. ¡Ahora me viste a mí! La facilidad que tiene para ponerme los calzones y el sostén estando yo acostada ¡Ni yo podría hacerlo tan bien! ¿Le gustará vestir mujeres en la cama? ¿Será diseñador de vestuario, fetichista o será gay? ¿O las tres cosas? En todo caso, parece que no me gusta lo que hizo, porque lo estoy sacando de mi dormitorio a empujones de trasero.
22:30
Es de noche, estoy en la calle guardando las llaves de mi casa en la cartera y un desconocido de barba me abraza por detrás y me besa. Yo debería huir, pero me quedo tan quieta y relajada como si estuviera bajo una ducha caliente.
Se detiene un taxi y puedo meterme dentro pero el tipo sube detrás mio para recibir plata del taxista. Quiero preguntarle por qué el chofer le regaló dinero, pero me entretengo en risas y besuqueos con él.
El taxista sí que maneja raro; todo el viaje lo hace en reversa y contra el tránsito. Parece que está acostumbrado a manejar mirando por el retrovisor. Entiendo que le tiene que pagar a los pasajeros para que se suban con él, pero debería habernos pagado a los dos.
22:05
El taxi nos deja en un restaurante. La verdad es que no quiero comer nada; tengo el estómago lleno y además estoy algo ebria.
Nos sentamos en una mesa desocupada. Podrían haber retirado las copas, las migas y las servilletas arrugadas y ¡qué genial!, nos traen dinero en una bandeja. Mi acompañante lo tomó para guardarlo en su billetera y la camarera agregó su propina. Creo que no tendría que haber puesto plata de su bolsillo, pero está muy contenta que yo me quede con sus monedas.
21:20
Este tipo barbudo que vino a sentarse a mi mesa debe ser mi alma gemela. Le comprendo todo antes que diga nada en palabras. Me hace reír anticipadamente por cada cosa chistosa que me va a contar y no le molesta para nada. Cualquier otra persona se ofendería si uno se riera a carcajadas previo a que contara un chiste.
20:10
Aunque no tengo ganas, se me ocurre ir al baño de un restaurant, que por lo menos se ve limpio. Un box desocupado, tiro la cadena y ¡guácale! parece que no es muy limpio porque aparece un mojón. Y qué despistada, me estoy limpiando el trasero con un papel sucio y me sale limpio. Esto se lo debo contar a mi psicóloga.
Me siento en la taza y… no…, esto no puede ser, el mojón está intentando… ahhhhhh ahhhh, ¿Se puede hacer eso? Debería pedir auxilio pero me quedo ahí, sentada, con las manos en las mejillas y los codos en las rodillas. Esto no se lo puedo contar a mi psicóloga.
Me visto y salgo apurada del baño, pero ahora tengo unas terribles ganas de hacer.
19:02
En la puerta de mi casa hay un hombre de barba, muy bien vestido, que vino a buscar una caja de chocolates. Son justo de los que a mí me gustan. Le paso la caja y cierro la puerta y el imbécil se pone a tocar el timbre. Debería estar molesta porque se llevó mis chocolates, pero no sé por qué me entusiasma que suene el timbre.
18:30
¿Soy yo en el espejo? Pero si parezco chica de portada: me veo matadora. Será que me gradúo de algo o es que vengo de una fiesta. No paro de mirarme por detrás, de frente y de lado mientras trato de acomodar más abierto el escote de la blusa.
11:27
Estoy en la salida del supermercado, muy contenta, abrazando a este tipo de barba. Creo que lo recuerdo más joven. A él le brillan los ojos al verme y ambos no paramos de hablar. ¿Será un ex pololo o un amigo de una amiga? Ojalá que pase algo porque siento que he estado escasa de tsunamis.
Parece que algo salió mal; cada uno toma su carro del súper y nos separamos como desconocidos. Caigo en una gran apatía y entro al supermercado a devolver todo lo que he comprado. La cajera me regresa el dinero y voy lentamente, pasillo por pasillo, arrastrando el carro mientras dejo cada cosa en su lugar.