Me gusta preguntarte cualquier cosa vana
esperando tu mirada rápida
que indaga si es en serio.
Yo, intento desdibujar una sonrisa.
Pero sabes que es solo para ponerte arisca
y darle excusas a mis dedos
de deslizarse en tu sedoso cabello.
Me gusta preguntarte cualquier cosa vana
y que detengas lo que estás haciendo
para inundarme con tu quieta mirada.
Como si la pregunta fuera un niño en vela
que se calma en los brazos de tu silencio
¿Cómo es que tu mirada todo lo refresca
con un mar de sereno sosiego?
Me gusta preguntarte cualquier cosa vana
pero respondes con forzado mutismo
y una seriedad que no convence,
pues sabes que si hablas,
mis labios, como aves traviesas,
van prestos a posarse al suave nido
en donde nacen tus palabras.