Entré a su celda.
En los muros
cada ladrillo era un poema.
De rodillas,
me rogó que no la liberara,
arañó mis brazos
y me mordió
al retirar yo un bloque.
Entró un rayo de luz
luego otro y otro más.
Su piel vibró al viento,
cuando se encaminó
a los prados
a la roca y el río.
Dejó su pluma y su vestido
al irse bailando
por la puerta del sol.
Yo quedé en su celda
con este ladrillo poema en mi mano.
14 de Noviembre de 2021