Iván Consinsuerte

Iván iba feliz en su moto nueva, recién ganada en una rifa. Por mirar a una muchacha se estrelló con un grifo y saltó por el aire, por suerte cayó en el pasto aunque también tenía caca de perro fresca. Mientras se limpiaba encontró un anillo de diamantes y lo fue a vender pero lo llevaron detenido porque era robado. Por suerte en la cárcel vio a un conocido que le dijo que esa noche iban a escapar por un túnel y que podía unirse al grupo.
En la cena el guardia le preguntó por qué dejaba los tallarines con salsa si estaban buenos, el respondió que no quería llenar el estómago pues más tarde comería pizza en el centro. El carcelero alertó que se tramaba una huida y los presos persiguieron a Iván para pegarle y tuvo que trepar como mono al poste más alto del patio. En ese momento se escuchó un estruendo en la calle; un camión tolva que pasaba quedó hundido justo donde estaba el túnel de escape, el cual se derrumbó.
Los reclusos regresaron donde Iván estaba encaramado para darle las gracias por haberles salvado la vida. Él, muy aliviado, saltó del poste, pero la mala suerte hizo que cayera justo encima del matón del presidio y le quebró la nariz. El tipo se arremangó la camisa para estrangularlo pero se puso a saltar de alegría mientras se tocaba la cara, sucede que el mafioso antes tenía la nariz torcida y ahora le quedó derechita. Eso si que es suerte.