El mago de los cambios

Samuel, un hombre común y corriente, está disconforme con su vida. Sueña con ser algo mejor. Reúne 500 dólares y va donde un mago, que, por cierto pago, según le han contado, entrega el secreto que puede cambiar la vida de las personas.
Llegó a la dirección señalada. Ahí le indicaron que esperara en un largo pasillo, este tenía a un costado varias puertas con diversos letreros de: Público, Actores, Líderes, Santos, Inventores, Senadores, Escritores, etc. Al otro costado del pasillo había una banca, en la que se sentó junto a otras personas que parecía que andaban en lo mismo.
Cada cierto tiempo, llamaban a alguien para que entrara por la puerta de Público; y después salía, muy sonriente, por la puerta de Políticos, Santos o Inventores.
Después de un rato le llamaron para ser atendido. Un hombre pequeño y calvo, lo hizo pasar a un salón. Quedó sorprendido pues todas las puertas, con los mismos letreros, daban al mismo lugar. Al centro había solo un par de sillas.
El mago le ofrece asiento y le pregunta:
—Y usted ¿qué quiere ser?
—Quiero ser un actor con talento, carismático y multifacético; con la habilidad para representar diferentes papeles y…
—Eso le costaría 150.000 dólares —le dijo el mago.
—¿Por qué tan caro? —preguntó Samuel.
—Porque un actor así puede interpretar muy bien a un espía, un médico, a un deportista, a un mafioso, a un político, …
—Y entonces —replicó Samuel—, ¿para qué me alcanzan 500 dólares?
—También le alcanza para actor, pero sólo para representar papeles de personas comunes y corrientes.
—¡Pero si ya soy una persona común y corriente! No hay ningún cambio en eso.
—El cambio será que notará que en realidad actúa como persona común y corriente. Si se da cuenta de cómo y cuándo actúa así, eso ya es el primer paso para dejar de serlo.
Samuel sintió un leve cambio en el peso de su cuerpo, como si estuviese en un ascensor.
—Eso, que sientes en este momento —dijo el mago—, es una leve señal de lo que en algún momento puedes alcanzar.
Samuel sonrió, le entregó al mago los 500 dólares y le dijo.
—Bien, estoy listo para representar papeles de hombre común y corriente, ¿qué debo hacer ahora?
—Irte. —espetó el mago.
—¿Irme?
—Sí, te vas ahora y sigues haciendo lo de siempre.
—¿Y por dónde salgo? ¿Por cual puerta? —preguntó Samuel.
—Por la de actores, por supuesto. Desde ahora todas tus puertas son las de actores. Cada vez que entres a un lugar te acordarás que estás actuando. Ese es el secreto.