Bitácora

Doblé por aquí y allá
y quedó hecho un avioncito
de papel de envolver.
De nombre le pusimos gaviota
creo que a ti se te ocurrió.
Llevábamos ropa para el viaje,
mi camisa de cuadros favorita
y tú un traje de princesa hindú.
Sombreros de paja para el sol
y paraguas para la lluvia de meteoritos.
La más preciada de nuestras provisiones
era un carrito de maní confitado,
por si nos daba hambre,
y algodón de azúcar para el postre.
Por fuera del avión colgamos
nuestros cuadros de mar y de payasos
y alguna ropa que no se había secado.
Adentro dejamos suficiente espacio
para tus bailes de la tarde
y para mi caballete y mi piano.
Soplé fuerte la nave para que partiera
y luego corrí por la pista
a alcanzarla antes que se elevara.
Tú mirabas asustada desde un balcón
que yo no me quedara en tierra.
Y bueno, estuve tres horas,
afuera, abrazado a la cola
mientras tú escribías en poesía
nuestra partida.
El primer día, por decir algo,
pues eran tres días de la tierra,
encendimos la chimenea para
comer gominolas,
luego nos contamos relatos
de una chica de falda y un pintor de ventanas,
-por qué nunca terminamos nuestras historias?-
y nos dormimos en la terraza trasera
mientras veíamos pasar las estrellas.
En marte estuvimos solo unas horas,
para estirar las piernas, hacer una merienda
y construir una torre de piedras
que enloqueciera a la NASA.
Ahh… también dibujamos en el suelo
un emoticón de treinta metros,
aunque yo quería dibujar algo más divertido,
y obsceno.
Entre risotadas nos caímos tres veces,
en el polvo rojizo,
al empujar nuestra nave para que partiera.
Ya tomando vuelo saltamos a ella
y estuvimos un día entero, espacial,
en un tonel de agua de mar,
quitándonos la tierra uno al otro
y volviéndola a colocar.
Cada mañana sacábamos un poco
-había tanto que no importaba-
de la vía láctea para preparar
nuestro café con leche.
Tomates teníamos suficientes
pues crecían en las paredes,
claro que cada uno lo preparaba a su manera.
En eso y otras cosas no concordábamos.
Sí. A veces teníamos enojos,
pero pronto nos encontrábamos abrazados,
viendo la misma puesta de Venus.
¿Sabes? Nunca nos preguntamos si queríamos regresar.

25 de Mayo de 2022