Es una mañana soleada en los jardines del hospital, algunas personas pasean lentamente. Un hombre, de camisa blanca y corbata, se acerca a conversar con un hombrecito de pijama azul que se ve muy interesado en el movimiento de las lejanas nubes.
—Buenos días —saludó el recién llegado.
—Te han tirado aquí también —dijo el observador de nubes—, y tienes cara de académico. Cuídate de los de delantal blanco; siempre van a querer que estés quieto. Muévete cuando no estén mirando y no te acerques a las puertas cerradas, pero si ves una puerta abierta camina al otro lado, nunca corras. Camina y saluda como ellos y serás libre.
—Disculpe, pero no soy paciente. Soy neuropsiquiatra. Mis colegas y yo estamos haciendo una evaluación de los internos según el esquema Prisciang.
—¿Van a poner piscina? —preguntó el hombre de pijama— ¿Nos van a enseñar a nadar? Yo podría aprender.
—No, —dijo el de camisa blanca— el esquema Prisciang es un sistema de evaluación de patrones conductuales. Mañana les haremos unas pruebas.
—¿Son pruebas con salida caminante o rodante? —inquirió el hombrecito.
—Perdón, no le entiendo. —respondió el de corbata.
—Caminante es si uno sale caminando de las pruebas y rodante si uno sale en camilla. Yo voy si me dejan empujar las camillas.
—No es un procedimiento clínico; no se requiere de camillas. Los pacientes son evaluados por actividades en sala, luego se llenan unas fichas con los resultados y…
—¿Son fichas de casino? —dijo el observador de nubes— A mi me gustan las fichas rojas.
—No es juego de casino. Son actividades para que las personas puedan tomar el control de su vida.
—¿Qué se hace ahí entonces?
—Se les enseña a usar esto —dijo el recién llegado, mostrando un pequeño aparato con un delgado cable.
—¿Un estetoscopio para escucharme el corazón? Qué genial ¿O sea que si escucho mi corazón podré controlar mi vida?
—No sea idiota. No es un estetoscopio. ¡Es un ratón para controlar el mundo!