Tengo un vecino
de 86 años
algo hosco,
muy independiente.
Se sienta en su banca
que da la calle,
con la quieta mirada
del que ha vivido todo
y solo queda la paz
de vivir el momento.
Fuma mucho,
y el vino no falta en su mesa.
Parece indigente
pero su mirada es plata pura.
Es de hablar poco
y menos con extraños.
Yo le hago bromas
él me responde con otras.
No nos veíamos hace dos meses
Nunca nos habíamos abrazado,
hoy lo hicimos,
casi llorando de alegría
cuando regresé al barrio.
No hace falta decirle que lo quiero,
y que con gusto lo cambiaría
por dos o tres de mis parientes.
31 de Diciembre de 2021