Entré a la angosta librería de libros usados, una de las pocas que aún sobreviven en el casco viejo de la ciudad. Subí al pequeño piso de madera para alcanzar los estantes altos, y no sé de qué libro descendió esta hoja como aleteante paloma.
Lo que extrañas ya no existe
y si regresas
no será lo mismo
porque tú ya has cambiado
Lo que anhelas aún no palpita
vano es si lo buscas
en lo lejano
porque aún no lo has acariciado.
Y verás que no hay brújula,
reloj
libro
ni persona
que te señale a ti mismo
como mejor regalarte el presente
Así que deja las plumas
los pinceles
los libros
y los lienzos
Vete a la plaza
compra helados a los niños
y moja tus pies en la fuente.
8 de Octubre de 2021