Leer antes el primer cuento, este es una continuación
Yo sabía de ese mago de los cambios. También conocí algunas personas que habián estado con él.
De modo que me decidí y fui a verlo.
—Y tú que quieres ser -me preguntó
—Carpintero —le respondí
—¿Carpintero? ¿Solo eso?
—Sí, carpintero. Para fabricar puertas de mago.
Se largó a reír tanto que casi se cae de la silla, los dos reímos con ganas.
Pasó su brazo por mi hombro y me dijo
—Jajajaja. Puedes ser carpintero de lo que quieras y también puedes salir y entrar por las puertas que quieras. jajajaja y no debes pagarme nada. Alguien que sabe hacer reír no necesita el dinero en absoluto.
Ya estaba por marcharme cuando me preguntó
—Solo por curiosidad, ¿Cuánto dinero traías para pagar?
—Esto —le dije entregándole un billete
Lo miró sorprendido. Ahí sí que se cayó al suelo riendo a gritos. Lo levanté a duras penas y entró gente a ver que pasaba. Le dieron agua y con las manos le abanicaron el aire para que no se ahogara.
Pero él miraba de nuevo el billete y volvía a reír a carcajadas, hasta que alguien se lo quitó de las manos y me devolvió el boleto de la lotería.